lunes, 29 de abril de 2013

FRASES CÉLEBRES SOBRE ANIMALES



Los animales han suscitado muchas frases celebres en el campo literario, político, filosófico o moral. Estas son algunas de ellas:

“Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo”
Ricardo III de William Shakespeare. El protagonista ve perdida la batalla y suplica una montura para tratar de huir.

 
“Es imperdonable que los científicos torturen a los animales; que hagan sus experimentos con los periodistas y los políticos”.
Henrik Ibsen, dramaturgo noruego del siglo XIX, nos sorprende con una frase muy actual.

 
“Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus defectos”
Lord Byron, poeta inglés del siglo XIX. Como tantos otros misántropos, fue un gran amante de los animales.

 Si tienes hombres que excluyan alguna de las criaturas de Dios del refugio de la compasión y la pena, tendrás hombres que interaccionarán de igual modo con sus semejantes humanos.
San Francisco de Asís, uno de los precursores del ecologismo y fundador de la orden de los franciscanos.

Pero ¿qué placer puede causar a un hombre de cultura... el que una espléndida bestia sea atravesada con una lanza de caza? “
Marco Tulio Cicerón, orador de la Antigua Roma y anti taurino convencido.
 
 “La no violencia conduce a la ética más alta, lo cual es la meta de toda evolución. Hasta que dejemos de lastimar otros seres vivos, seguiremos siendo salvajes.”
Thomas Alba Edison, inventor del cine o la bombilla.

 
 Las mentes más profundas de todos los tiempos han sentido compasión por los animales.
Friedrich Willhelm Nietzsche, filósofo alemán. Para elaborar su teoría cogió al camello y al león como ejemplos de estadios morales.
 
Ama a los animales: Dios les ha dado los rudimentos del pensamiento y gozo sin problemas. No disturben su gozo, no los hostiguen, no los priven de su felicidad, no trabajen contra las intenciones de Dios! Hombre, no te vanaglories de tu superioridad ante los animales; ellos son sin pecado, y tú, con tu grandeza corrompes la tierra con tu aparición en ella, y dejas el rastro de tu estupidez tras de ti. Ah! Es la verdad de casi todos nosotros. 
Fiodor Dostoievski, autor de la novela existencialista rusa. Su obra “Crimen y castigo” versa sobre la ambigua moralidad humana.

sábado, 27 de abril de 2013

LOS COCODRILOS DE RAMREE


La Isla de Ramree fue escenario de la mayor masacre de la historia cometida por el mundo animal. En febrero de 1945 una guarnición japonesa decidió atravesar los manglares de la zona antes que rendirse a los británicos. Los cocodrilos ocultos en los pantanos se dieron un festín a su costa.

Isla de Ramree, costa de Birmania, 19 de febrero de 1945. Tras una batalla que había durado un mes, las tropas británicas habían vencido en el sur de la isla a una guarnición japonesa. El estricto código de honor de los orientales, herencia de su pasado samurái, les impedía rendirse tal y como les exigían sus contrincantes. Los francotiradores británicos estaban alerta y disparaban a cualquier japonés que estuviese a tiro. Sin otra alternativa, los 1.000 supervivientes de la guarnición decidieron adentrarse en los pantanos de la isla para tratar de superar los 16 kilómetros que les separaban de otro batallón japonés establecido en la isla. El miedo se reflejaba en sus caras. El húmedo clima subtropical les hacía sudar abundantemente. Con los uniformes pegados al cuerpo se hundieron en el barro hasta la cintura y comenzaron a caminar pesadamente.
Este macabro panorama, digno de cualquier novela de terror, ocurrió realmente el 19 de febrero de 1945, durante la II Guerra Mundial. La mayor parte de bajas de la batalla no las provocaron los rifles británicos. El ejecutor fue el mundo animal. La isla de Ramree se encuentra plagada de bestias voraces, escorpiones, mosquitos…de las que el rey es el cocodrilo. Concretamente, en la zona habitan los cocodrilos de agua salada, verdaderos monstruos que pueden llegar a medir más de 8 metros de largo.
Los japoneses se adentraron en el pantano intentando no perder la formación, mientras los ruidos del manglar componían la sinfonía del poder destructivo de la naturaleza en su máxima expresión. Los desdichados soldados asiáticos comenzaron a oír ruidos extraños. De repente un grito desgarrador que les hiela la respiración corta el aire. La carnicería ha empezado. Extrañados, los británicos escuchan los sonidos característicos de una batalla. Las balas, el cargador de los fusiles de asalto, los gritos de los caídos. Los japoneses avanzan a tientas, sabedores de que algo les amenaza pero sin saber exactamente qué. Comienzan a ver caer a sus compañeros más próximos, engullidos hacia el agua por un repentino rugido.
Las balas no protegieron al hombre del hambre de los cocodrilos, que se dieron un auténtico festín a costa de los restos de la guarnición del emperador Hiro Hito. Los más afortunados, las dataciones optimistas los cifran en 500, las más pesimistas en 20, lograron sobrevivir, atravesar el pantano y rendirse al enemigo. El recuerdo les perseguiría toda su vida como una pesada losa de la que no podrían librarse hasta el momento de su fallecimiento. La masacre de la Isla de Ramree está hoy considerada en el Libro Guiness de los Records como la mayor matanza provocada por el mundo animal.