El reinado de Calígula fue un compendio de extravagancias.
Tuvo pasión por su caballo Incitatus, al cual nombró senador, le construyó una
lujosa villa e, incluso, le desposó con una bella patricia romana. Esta es la
historia del mejor amigo del emperador.
El demente Calígula era un entusiasta de varios de los
principales entretenimientos romanos: las peleas de gladiadores y las carreras
de cuadrigas. Como emperador reunió una imponente colección de caballos
procedentes de todas las partes del imperio. Entre ellos sobresalía uno,
Incitatus. Era un bello semental traído de Hispania que pronto conquistó el
perturbado corazón del César, quien le prodigó muchos honores. Estos son
algunos de ellos:
Calígula sostenía una feroz lucha contra el senado, al cual
despreciaba profundamente. Les acusaba de cobardes, arbitrarios y traidores.
Para él, el estamento senatorial no era más que una cámara en la que
continuamente se conspiraba para acabar con su vida. Para Calígula, las
apariencias, directamente, no existían. Podía hacer lo que le viniese en gana,
por monstruoso que fuera. Insultando a la historia romana, decidió nombrar a
Incitatus senador y concederle el gobierno de Bitinia (actual Turquía). La
decisión pudo estar marcada, bien por su carácter estrafalario e impulsivo,
bien por una profunda y retorcida meditación destinada a dañar el prestigio de
los senadores.
El emperador también concedió al animal el derecho a llevar
la tinta púrpura, la más cara de todas y reservada para la familia real.
Exhibía al caballo engalanado con los mejores lujos y joyas. Calígula ordenó
que se le construyese una caballeriza con el mejor mármol del país. Poco
después consideró que ese hogar no bastaba para cubrir las mínimas necesidades
de bienestar del animal y le regaló una lujosa villa, con 18 sirvientes a su
disposición. Se le erigió una colosal estatua de mármol en el foro de Roma,
puesta entre los héroes del Imperio. En
cuanto a la nutrición del caballo, Calígula decidió no ser tan ostentoso y le alimentó
como a cualquier otro animal: bebía vino en lujosas copas y comía copos de
avena mezclados con oro, además de otros manjares. Cabe destacar que durante el
reinado de este emperador, la mayor parte de la población del Imperio era
pobre.
Poco después César consideró a bien darle una esposa a su
buen amigo Incitatus. El lector aquí podría pensar que Calígula importó una
hermosa yegua para que acompañase a su equino. Eso hubiese sido demasiado
simple. El emperador escogió a una joven y bella patricia llamada Penélope para
que se desposase con su caballo.
Entre esta vida de lujo, honor y responsabilidad política, a
Incitatus aun le quedaba tiempo para ganar carreras. Las fuentes aseguran que
el caballo del emperador solo perdió una carrera, y que el auriga que condujo
al animal en esa ocasión fue asesinado de forma lenta y dolorosa. Las noches
antes de que Incitatus tuviese una carrera, el emperador iba a su lujosa
mansión y dormía con él. Para asegurar su perfecto descansó encargó a los
prefectos de su cohorte pretoriana que vigilasen el barrio para que nadie
hiciese ruido. Si a alguien se le ocurría importunar el descanso del animal era
castigado con pena de muerte.
La suerte de Incitatus estaba aparejada a la de su dueño
Calígula. Tras el asesinato de este, se pierde la pista de lo que ocurrió con
el caballo, aunque es de imaginar que su destino no fue tan feliz como la vida
que había tenido hasta entonces.
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