jueves, 2 de mayo de 2013

TIMON, ¿UN SURICATO?



Cualquiera de nuestra generación verá a estos animalitos de menos de medio metro de altura con los ojos de un niño. Y es que la película “El Rey León” ha calado tan hondo que es imposible no llamarlos “Timón” como si del nombre científico se tratase.

Poco se sabe del suricato, pero solo es cuestión de indagar un pelín para percatarnos de que Timón fue un transgresor y un inconformista de su clan. Estos mamíferos pertenecientes a la familia de la mangosta –inmunes al veneno- están constantemente agrupados y unidos los unos con los otros para darse calor, colaborar y poder salvarse de los feroces carnívoros. Timón era un temerario independiente y se marchó, quizá confiado por la gran inteligencia innata que poseen que le haría salir victorioso de todas las trabas.

Hay rumores que apuntan que Timón era en verdad un artista. Su voz refinada y angelical destinada al canto no podía soportar vivir entre gritos vulgares. Se sentía alienado. Ese uso abrupto y poco sosegado de las cuerdas vocales que utilizan los suricatos para comunicarse entre ellos le parecía una limitación y decidió probar suerte más allá. Sin duda alguna triunfó. Su canción Hakuna Matata fue número uno de ventas desde el Killimanjaro hasta Madagascar, al igual que su interpretación de “The lion sleeps tonight”. En la misma línea su coreografía junto con Pumba del “Hula-hula” se sigue estudiando en la manada como la manera más efectiva de despistar a las hienas. Después de la aventura en el Rey León, Disney le ofreció una serie propia junto con Pumba, un facóquero con nombre de ficción también para nosotros, que resultó otra manera de demostrar su talento. Así pues, Timón era cantante, compositor, bailarín y actor. ¿Alguien da más?



Tampoco parece que le apasionaran en exceso los territorios áridos donde residen los “gatos de roca”, como se les denomina en swahili, porque enseguida se adaptó a las mil maravillas al bucólico paraje de abundante naturaleza, ríos y posibilidades. Vivía encantado con su compañero “Pumba”. Aunque eso sí, donde estén los insectos que se quiten los demás manjares. Nada se puede comparar con la comida de casa, y así se lo hace ver a Simba al escarbar debajo de un tronco y ofrecerle una bandeja variadita. Por cierto, suerte que se encontraron con el león cuando aún era joven y sus capacidades de caza no estaban en auge, porque el encanto de la pareja habría sido en balde si a Simba ya le hubiese crecido su melena rojiza.

Queda de manifiesto que Timón no era un suricato como los demás. Su espíritu inconformista y ambicioso ha hecho que hoy día ocupe un hueco especial en nuestra memoria.

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